describe el período caótico entre la muerte de Josué y el establecimiento de la monarquía en Israel, cuando los israelitas repetidamente caen en idolatría, son oprimidos por pueblos vecinos y luego liberados por líderes carismáticos llamados jueces. Entre estos jueces destacan Débora, Gedeón, Jefté y Sansón, quienes, con la ayuda de Dios, lideran a Israel en diversas victorias militares y liberan al pueblo de la opresión. El libro ilustra un ciclo de pecado, opresión, arrepentimiento y liberación, subrayando la necesidad de obediencia a Dios y la ausencia de un liderazgo centralizado, con el recurrente tema de "cada uno hacía lo que bien le parecía".