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RV 1909 Salmo 74

Capítulo 74

1 <> ¿POR qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué ha humeado tu furor contra las ovejas de tu dehesa?

2 Acuérdate de tu congregación, que adquiriste de antiguo, Cuando redimiste la vara de tu heredad; Este monte de Sión, donde has habitado.

3 Levanta tus pies á los asolamientos eternos: A todo enemigo que ha hecho mal en el santuario.

4 Tus enemigos han bramado en medio de tus sinagogas: Han puesto sus divisas por señas.

5 Cualquiera se hacía famoso según que había levantado El hacha sobre los gruesos maderos.

6 Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras.

7 Han puesto á fuego tus santuarios, Han profanado el tabernáculo de tu nombre echándolo á tierra.

8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en el tierra.

9 No vemos ya nuestras señales: No hay más profeta; Ni con nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, el angustiador nos afrentará? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

11 ¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?

12 Empero Dios es mi rey ya de antiguo; El que obra saludes en medio de la tierra.

13 Tú hendiste la mar con tu fortaleza: Quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas.

14 Tú magullaste las cabezas del leviathán; Dístelo por comida al pueblo de los desiertos.

15 Tú abriste fuente y río; Tú secaste ríos impetuosos.

16 Tuyo es el día, tuya también es la noche: Tú aparejaste la luna y el sol.

17 Tú estableciste todos los términos de la tierra: El verano y el invierno tú los formaste.

18 Acuerdáte de esto: que el enemigo ha dicho afrentas á Jehová, Y que el pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

19 No entregues á las bestias el alma de tu tórtola: Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

20 Mira al pacto: Porque las tenebrosidades de la tierra llenas están de habitaciones de violencia.

21 No vuelva avergonzado el abatido: El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.

22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa: Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

23 No olvides las voces de tus enemigos: El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

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